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Perucetus colossus: La Verdadera Historia del Titán Peruano que Desafió a la Ballena Azul

I. Un Coloso Emerge del Desierto: El Hallazgo que Reescribió la Prehistoria

La historia del Perucetus colossus no comienza en un laboratorio impoluto ni en una sala de conferencias académica, sino bajo el sol implacable de uno de los lugares más áridos del planeta: el desierto de Ica, en el sur de Perú. Hoy, un mar de dunas esculpidas por el viento se extiende hasta donde alcanza la vista, pero hace 39 millones de años, durante la época del Eoceno, este mismo paisaje era el lecho de un océano cálido y vibrante, un hervidero de vida prehistórica. Es en este escenario de contrastes dramáticos, donde el tiempo ha sepultado un mar bajo kilómetros de arena, que se gestó uno de los descubrimientos paleontológicos más extraordinarios del siglo XXI.  

El protagonista de este relato es Mario Urbina, un investigador de campo y paleontólogo peruano cuya tenacidad se ha convertido en leyenda. Durante décadas, Urbina ha peinado incansablemente las formaciones rocosas de Ica, desenterrando los secretos de la vida marina ancestral. En 2013, trece años antes de que el mundo conociera su nombre, Urbina se topó con algo que desafiaba toda lógica. Aflorando de la ladera de un promontorio rocoso, vio una serie de formas que parecían huesos, pero de un tamaño y una configuración tan extraños que al principio sembraron la duda. No se parecían a nada que él o la ciencia hubieran visto antes.  

La reacción inicial de la comunidad científica fue de un escepticismo rotundo. Las piezas eran tan masivas, tan densas y de una forma tan peculiar que muchos de sus colegas se negaron a creer que fueran fósiles de un vertebrado. Algunos sugirieron que se trataba de simples concreciones rocosas, caprichos de la geología. Durante cuatro largos años, Urbina luchó por convencer a sus pares internacionales de la veracidad de su hallazgo, enfrentándose a la incredulidad e incluso a la burla. El paradigma científico sostenía que el gigantismo extremo en los cetáceos era un fenómeno evolutivo muy reciente, asociado a las ballenas barbadas de los últimos tres millones de años. Un mamífero de tales dimensiones en el Eoceno era, sencillamente, considerado una imposibilidad biológica. La perseverancia de Urbina, su convicción inquebrantable de que estaba ante algo único, fue el motor que impidió que el coloso permaneciera enterrado en el olvido.  

Una vez superado el escepticismo inicial, comenzó el verdadero desafío: la excavación. Este no fue un trabajo de meses, sino una odisea que se extendió por una década y que supuso un coste personal y económico inmenso para Urbina y su equipo. La propia naturaleza del animal dictaba la dificultad de su rescate. Cada una de las vértebras desenterradas pesaba más de 150 kg, algunas superando los 200 kg una vez mineralizadas, y estaban incrustadas en una matriz de roca tan dura como el cemento. Se necesitaban equipos de hasta seis personas solo para levantar una de estas piezas unos pocos centímetros. El equipo tuvo que abrirse paso a través de ocho metros de roca sólida, a menudo con herramientas manuales como picos y cinceles, para llegar a los delicados fósiles que se encontraban debajo. Fue un trabajo hercúleo, una batalla contra la piedra y el tiempo que requirió docenas de expediciones para recuperar, hueso a hueso, el esqueleto parcial.  

Finalmente, el tesoro desenterrado consistía en un esqueleto incompleto pero elocuente, catalogado como holotipo MUSM 3248. La colección incluía trece vértebras monumentales, cuatro costillas de más de 1.4 metros de longitud y un fragmento del hueso de la cadera (pelvis). Era solo un atisbo del animal completo, pero fue suficiente para sacudir los cimientos de la paleontología y presentar al mundo a una criatura que parecía sacada de la mitología: el Perucetus colossus.

II. Anatomía de un Gigante: El Secreto en los Huesos del Perucetus

Para comprender la verdadera naturaleza del Perucetus colossus y el debate científico que desató, es necesario mirar más allá de su tamaño y adentrarse en la estructura misma de sus huesos. Clasificado como un miembro de la familia Basilosauridae, un grupo de cetáceos primitivos (arqueocetos) que ya estaban completamente adaptados a la vida acuática durante el Eoceno, Perucetus no era un simple basilosáurido grande; era una maravilla de la adaptación evolutiva.  

Su característica más distintiva y definitoria es un fenómeno conocido como paquiosteosclerosis en un grado nunca antes visto en ningún otro vertebrado. Este término técnico describe la combinación de dos condiciones óseas que transformaron su esqueleto en un lastre de una densidad extraordinaria:  

1.  Paquiostosis: Se refiere al engrosamiento de las capas externas del hueso. En Perucetus, esto provocaba que los huesos parecieran "hinchados" o inflados, dándoles un volumen descomunal. Fue esta apariencia bulbosa una de las primeras rarezas que desconcertó a los descubridores.  

2.  Osteosclerosis: Consiste en el relleno de las cavidades internas del hueso, que en la mayoría de los mamíferos son porosas o huecas para aligerar el esqueleto. En Perucetus, estas cavidades estaban casi completamente rellenas de hueso sólido, compacto, lo que le confería una densidad y un peso extremos.  

Lejos de ser una enfermedad, esta paquiosteosclerosis extrema era una adaptación funcional crucial para su modo de vida. En los animales acuáticos, un esqueleto pesado actúa como un cinturón de buceo natural. Contrarresta la flotabilidad inherente de la grasa corporal y del aire contenido en los pulmones, permitiendo al animal controlar su posición en la columna de agua con un mínimo esfuerzo energético. El análogo moderno más cercano para esta estrategia es el manatí, que también posee huesos densos que le ayudan a permanecer cerca del fondo marino para alimentarse de vegetación acuática.  

A partir de esta anatomía única, los científicos pudieron inferir un perfil de comportamiento para Perucetus. No era un cazador veloz de aguas abiertas como otros basilosáuridos o las ballenas modernas. Su esqueleto masivo sugiere que era un animal de movimientos lentos, especializado en la vida en aguas costeras poco profundas. El peso de sus huesos le habría permitido permanecer sin esfuerzo cerca del lecho marino, probablemente para buscar alimento, y le habría proporcionado una estabilidad formidable para resistir el embate de las olas en un entorno costero de alta energía.  

Esta única característica anatómica —la densidad de sus huesos— se convierte así en el eje central de toda la historia de Perucetus. Explica su nicho ecológico como un gigante de aguas someras. Dictó la narrativa humana de su descubrimiento, convirtiendo la excavación en una tarea titánica de una década debido al peso de los fósiles. Fue la base para la asombrosa estimación de masa inicial que lo catapultó a la fama mundial. Y, finalmente, se convirtió en el punto central de la controversia científica que reevaluaría su verdadero lugar en la historia de la vida. La biología del animal y la historia de su descubrimiento están, por tanto, inseparablemente entrelazadas.

III. Un Océano Perdido en el Tiempo: Viaje al Mundo del Eoceno Peruano

Para apreciar plenamente la magnitud del Perucetus, debemos viajar 39 millones de años atrás en el tiempo, a un mundo muy diferente al nuestro. El desierto de Ica, donde se encontraron sus huesos, es una ventana a ese pasado remoto. Las rocas de la Formación Paracas, pertenecientes a la Cuenca de Pisco, no son solo sedimentos, sino las páginas de un libro de historia geológica. Esta cuenca es un Fossil-Lagerstätte de fama mundial, un término alemán que designa yacimientos con una preservación de fósiles excepcionalmente buena, que ofrecen una visión sin precedentes de ecosistemas antiguos.  

Durante el Eoceno Medio, específicamente en la edad Bartoniana, la costa de Perú era un mar epicontinental cálido y poco profundo. Los análisis de los sedimentos de la Formación Paracas revelan un mosaico de hábitats marinos, desde zonas intermareales rocosas y de alta energía, batidas por fuertes olas, hasta entornos de plataforma continental más tranquilos y profundos, pero siempre dentro de un contexto costero. Las condiciones climáticas eran templadas-cálidas, muy lejos de las aguas frías de la corriente de Humboldt que caracterizan la región en la actualidad.  

Este océano antiguo bullía de vida. El registro fósil de la Cuenca de Pisco nos permite reconstruir el elenco de criaturas que compartieron las aguas con Perucetus. Era un ecosistema rico y diverso que incluía:  

Otros mamíferos marinos: Junto a Perucetus, nadaban otros cetáceos primitivos, los ancestros de las focas y los leones marinos (pinnípedos) y perezosos acuáticos, una de las adaptaciones más singulares de la fauna sudamericana.

Reptiles marinos: Grandes cocodrilos y tortugas marinas patrullaban estas aguas costeras.

Peces: La fauna íctica era abundante, con una notable presencia de tiburones de diversas especies (evidenciada por innumerables dientes fósiles), rayas y bancos de peces óseos como anchovetas y sardinas.  

Invertebrados: El fondo marino estaba tapizado por una gran variedad de moluscos, como los caracoles del género Turritella, además de crustáceos y equinodermos, que formaban la base de la red trófica.  

En medio de esta abundancia, surge la gran incógnita: ¿qué comía un gigante como Perucetus? La ausencia de su cráneo y dientes deja esta pregunta sin una respuesta definitiva, obligando a los científicos a formular hipótesis basadas en su anatomía y su hábitat inferido. Las teorías principales son:  

Un especialista bentónico: Su estilo de vida lento y su afinidad por el fondo marino sugieren que podría haberse alimentado de organismos bentónicos, como grandes crustáceos o moluscos que trituraba con mandíbulas especializadas.  

Un carroñero pasivo: Otra posibilidad es que utilizara su enorme tamaño para desplazarse lentamente por el lecho marino, consumiendo los cadáveres de otros animales que se hundían, de forma similar a como lo hacen algunos tiburones hoy en día.  

Un herbívoro insospechado: Una hipótesis más audaz plantea que podría haberse alimentado de praderas marinas. De ser cierto, esto lo convertiría en el único cetáceo herbívoro conocido, una verdadera anomalía evolutiva.  

Más allá de su dieta, la mera existencia de Perucetus en este entorno del Eoceno obliga a reconsiderar las teorías sobre la evolución del gigantismo en los mamíferos marinos. La narrativa aceptada sostenía que las ballenas alcanzaron su tamaño máximo muy recientemente, en los últimos 3 millones de años, como una adaptación a las edades de hielo. Se pensaba que el enfriamiento de los océanos y la aparición de sistemas de afloramiento de aguas frías y ricas en nutrientes (como la corriente de Humboldt) crearon las condiciones necesarias para sostener a gigantes filtradores como la ballena azul en el océano abierto.  

Perucetus rompe este modelo. Demuestra que el potencial para una masa corporal extrema en los cetáceos se alcanzó más de 30 millones de años antes de lo que se creía, y en un contexto ecológico completamente distinto: un mar cálido y costero. Esto sugiere que la evolución no siguió un único camino hacia el gigantismo. En lugar de ello, parece que hubo al menos dos "experimentos" evolutivos independientes para alcanzar tamaños colosales. Uno fue el modelo del Eoceno, representado por Perucetus: un gigante de huesos pesados, lento y de aguas someras. El otro fue el modelo del Pleistoceno, encarnado por la ballena azul: un gigante de huesos ligeros, rápido, filtrador y de océano abierto. Este descubrimiento no solo añade una nueva criatura al bestiario prehistórico, sino que revela una complejidad y una flexibilidad en los caminos de la macroevolución que antes se desconocían.

IV. El Veredicto de la Ciencia: La Batalla por el Trono del Animal más Pesado

El anuncio del descubrimiento de Perucetus colossus el 2 de agosto de 2023 no fue un mero comunicado científico; fue una declaración que resonó en todo el mundo, desafiando a un ícono de la biología: la ballena azul. La historia de cómo se llegó a esta afirmación y la posterior reevaluación crítica es un fascinante caso de estudio sobre cómo funciona la ciencia: un proceso dinámico de hipótesis, pruebas, debate y corrección.

El Argumento Inicial (Bianucci et al., Nature, 2023)

El equipo internacional de paleontólogos que describió a Perucetus publicó sus hallazgos en Nature, una de las revistas científicas más prestigiosas del mundo. Su afirmación central era audaz: esta ballena primitiva rivalizaba, y potencialmente superaba, en masa a la ballena azul, considerada hasta entonces el animal más pesado de todos los tiempos.  

Para llegar a esta conclusión, emplearon una metodología meticulosa. Primero, escanearon tridimensionalmente la superficie de los huesos recuperados para medir con precisión su volumen. Luego, realizaron perforaciones en los fósiles para evaluar su estructura interna y confirmar su extraordinaria densidad. A partir de estas mediciones y comparaciones con esqueletos completos de parientes cercanos, estimaron que la masa total del esqueleto de Perucetus habría oscilado entre 5.3 y 7.6 toneladas. Esta cifra ya era asombrosa, siendo de dos a tres veces mayor que la masa esquelética de una ballena azul de 25 metros.  

El paso crucial fue la extrapolación de la masa esquelética a la masa corporal total. Utilizando las proporciones conocidas entre el peso del esqueleto y el peso total en mamíferos marinos modernos, el equipo calculó un rango de masa corporal para Perucetus que iba de 85 a 340 toneladas. La media de este rango se situaba en torno a las 180-199 toneladas. Incluso la estimación promedio superaba el peso típico de una ballena azul adulta (130-150 toneladas), y el extremo superior del rango eclipsaba a los ejemplares más grandes jamás registrados. El trono del animal más pesado de la historia parecía tener un nuevo ocupante.  

La Reevaluación Crítica (Motani & Pyenson, PeerJ, 2024)

La ciencia, por su naturaleza, somete las afirmaciones extraordinarias a un escrutinio extraordinario. Pocos meses después, el 29 de febrero de 2024, los paleontólogos Ryosuke Motani de la Universidad de California, Davis, y Nicholas Pyenson del Instituto Smithsoniano, publicaron un reanálisis en la revista PeerJ. Su conclusión fue tajante: la estimación original era biológicamente inverosímil y la ballena azul conservaba su título.  

Su argumentación se basó en varios puntos clave:

1.  El problema de la densidad: Motani señaló que un animal de 17-20 metros con una masa en el rango superior de 340 toneladas sería "imposiblemente denso". Su flotabilidad sería tan negativa que le habría costado un esfuerzo energético enorme simplemente despegarse del fondo marino o mantenerse en la superficie para respirar. Tendría que estar nadando constantemente hacia arriba solo para no hundirse como una roca, un escenario biomecánicamente insostenible.  

2.  La extrapolación errónea: La crítica principal se centró en la suposición del estudio original de que la masa esquelética y la masa no esquelética (músculos, grasa, órganos) escalan de la misma manera en todos los cetáceos. Motani y Pyenson argumentaron que esto no es cierto, y que la paquiosteosclerosis altera fundamentalmente esta relación.  

3.  La analogía del manatí revisitada: Utilizando de nuevo a los manatíes como análogos clave, demostraron que, aunque estos animales tienen esqueletos muy pesados, su masa corporal total es relativamente ligera en proporción a su esqueleto. El método original, al aplicar ratios de ballenas con huesos ligeros, sobrestimó drásticamente cuánta "carne" correspondería a un esqueleto tan pesado.  

Aplicando un modelo revisado que tenía en cuenta estas objeciones, Motani y Pyenson llegaron a una estimación de masa corporal muy diferente. Para un Perucetus de 17 metros de longitud, calcularon un peso de 60 a 70 toneladas. Un individuo excepcionalmente grande de 20 metros podría haber alcanzado las 110 toneladas. Si bien estas cifras todavía lo convierten en un animal inmenso, lo sitúan firmemente por debajo del récord de la ballena azul (cuyo máximo se estima en unas 270 toneladas) y en una categoría de peso más comparable a la de un cachalote moderno.  

Lejos de ser una simple "corrección", este debate público y revisado por pares es un ejemplo perfecto del método científico en acción. Una hipótesis audaz, basada en datos novedosos, fue presentada. La comunidad científica la examinó, identificó posibles fallos en las suposiciones y propuso una alternativa fundamentada. El resultado es un conocimiento más robusto y matizado. Perucetus no fue destronado, sino recontextualizado, y en el proceso, la ciencia demostró su capacidad para autocorregirse y avanzar.

Tabla 1: Titanes en la Balanza: Perucetus colossus vs. Ballena Azul

Característica

Perucetus colossus (Estimación Original - Bianucci et al., 2023)

Perucetus colossus (Estimación Revisada - Motani & Pyenson, 2024)

Ballena Azul (Balaenoptera musculus)

Longitud Estimada

17 - 20 metros

17 - 20 metros

Hasta 30 metros

Masa Corporal Estimada

85 - 340 toneladas (media ~180 t)

60 - 110 toneladas

130 - 180 toneladas (máx. ~270 t)

Masa Esquelética Estimada

5.3 - 7.6 toneladas

No recalculada, pero se critica su relación con la masa corporal

~2.5 - 3 toneladas

Época Geológica

Eoceno Medio (~39 Ma)

Eoceno Medio (~39 Ma)

Pleistoceno - Actualidad

Anatomía Clave

Paquiosteosclerosis extrema (huesos muy densos)

Paquiosteosclerosis extrema (huesos muy densos)

Esqueleto ligero y poroso

Hábitat Inferido

Costero, aguas poco profundas

Costero, aguas poco profundas

Océano abierto, aguas profundas y frías

 

V. El Legado del Coloso: Un Tesoro Nacional y una Ventana al Futuro de la Paleontología

Aunque la corona del animal más pesado de la historia permanezca sobre la cabeza de la ballena azul, el legado del Perucetus colossus trasciende cualquier récord. Su descubrimiento ha dejado una marca indeleble tanto en la ciencia como en la identidad cultural de la nación que lo vio nacer.

El propio nombre, Perucetus colossus o "el coloso cetáceo del Perú", fue una elección deliberada y cargada de significado. El equipo de investigación quiso rendir homenaje a Perú, un país cuyo registro fósil de vida marina se confirma, una vez más, como uno de los más ricos y significativos del mundo. El fósil se ha convertido en un motivo de orgullo nacional, un "embajador" científico que pone de relieve el extraordinario patrimonio paleontológico peruano ante la comunidad internacional.  

Para garantizar que este tesoro sea accesible a todos, los restos del holotipo MUSM 3248 se encuentran ahora bajo la custodia y en exhibición pública en el prestigioso Museo de Historia Natural de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM) en Lima. Allí, las vértebras gigantes y las costillas curvas sirven como un testimonio tangible de un pasado remoto, inspirando a nuevas generaciones de estudiantes, científicos y curiosos.  

Sin embargo, la historia de Perucetus está lejos de haber terminado. El esqueleto parcial, aunque revelador, deja preguntas cruciales sin respuesta. La pieza más codiciada y que falta en este rompecabezas prehistórico es el cráneo. Sin el cráneo y los dientes, aspectos fundamentales de su biología, como su dieta exacta y su estrategia de alimentación, permanecen en el terreno de la especulación. Encontrar la cabeza del coloso se ha convertido en el principal objetivo de Mario Urbina y su equipo. Es una búsqueda incierta que implica excavar metros adicionales de roca sólida, una apuesta costosa sin garantía de éxito, pero cuyo premio sería una comprensión sin precedentes de este animal único.  

La propia incompletitud del fósil, por tanto, no representa un fracaso, sino un poderoso catalizador para la ciencia futura. Transforma al Perucetus de un caso cerrado a un misterio activo, una invitación a seguir explorando. El legado del coloso no reside solo en las respuestas que ha proporcionado, sino en las fascinantes preguntas que ha planteado. Cada hueso desenterrado del desierto de Ica es un recordatorio de que, bajo nuestros pies, aún aguardan mundos perdidos y descubrimientos que tienen el poder de cambiar nuestra percepción de la historia de la vida en la Tierra.  

VI. Conclusión: El Trono Permanece, la Ciencia Avanza

El veredicto, por ahora, es claro: según el análisis científico más reciente y riguroso, la ballena azul (Balaenoptera musculus) conserva su título como el animal más pesado que jamás haya existido en nuestro planeta. El titán peruano, Perucetus colossus, aunque un verdadero gigante de su tiempo, probablemente no alcanzó las masas estratosféricas que se le atribuyeron inicialmente.

Sin embargo, reducir la importancia de este descubrimiento a una simple competición por un récord sería un error. El valor del Perucetus no reside en si "ganó" o "perdió" el título, sino en la profunda reconfiguración que ha provocado en nuestro entendimiento de la evolución. Su existencia demuestra que la naturaleza experimentó con el gigantismo extremo en los cetáceos mucho antes de lo que se pensaba, en un entorno ecológico completamente diferente y a través de una vía anatómica —la de los huesos masivos— radicalmente distinta a la de las ballenas modernas.

Además, la saga del Perucetus, desde su increíble descubrimiento hasta el vibrante debate científico que generó, sirve como una lección magistral sobre el funcionamiento de la ciencia. Es una historia de perseverancia, de hipótesis audaces, de escrutinio crítico y de una búsqueda colectiva de la verdad que, en última instancia, conduce a un conocimiento más sólido.

El coloso del desierto de Ica, aunque ya no sea el aspirante al trono, sigue siendo una de las criaturas más extrañas y maravillosas que la paleontología ha revelado. Es un testimonio de la increíble diversidad de la vida en el pasado y un recordatorio de que los desiertos de Perú aún guardan innumerables secretos, esperando a que el próximo Mario Urbina los saque a la luz. La ciencia avanza, y el legado del Perucetus es haberla impulsado un gigantesco paso hacia adelante.

VII. Preguntas Frecuentes (FAQ) sobre Perucetus colossus

¿Fue el Perucetus colossus el animal más pesado de la historia?

No. Aunque la estimación inicial sugería que podría haber superado a la ballena azul, un reanálisis científico más reciente concluyó que la ballena azul sigue siendo el animal más pesado conocido. La evidencia actual indica que Perucetus era significativamente más ligero.  

¿Cuánto pesaba realmente el Perucetus colossus?

La estimación original de 2023 proponía un rango muy amplio de 85 a 340 toneladas. Sin embargo, una reevaluación más conservadora de 2024 sitúa su peso más probable en el rango de 60 a 110 toneladas, similar al de un cachalote moderno.  

¿Dónde se pueden ver los fósiles del Perucetus?

Los fósiles originales (el holotipo) están en exhibición pública en el Museo de Historia Natural de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM), ubicado en Lima, Perú.  

¿Qué comía el Perucetus colossus?

No se sabe con certeza, ya que no se ha encontrado su cráneo ni sus dientes. Basándose en su esqueleto pesado y su probable estilo de vida lento y costero, los científicos especulan que podría haberse alimentado de animales del fondo marino (bentónicos) como crustáceos, o que podría haber sido un carroñero.  

¿Cuándo y dónde vivió el Perucetus colossus?

Vivió hace aproximadamente 39 millones de años, durante el período Eoceno Medio. Habitó en las aguas costeras y poco profundas de lo que hoy es el desierto de Ica, en la costa sur de Perú.  

¿Era el Perucetus más grande que un Megalodón?

En términos de peso, Perucetus (60-110 toneladas) era probablemente más pesado que las estimaciones más comunes para el Otodus megalodon, que raramente superan las 100 toneladas. En cuanto a la longitud, eran comparables, con estimaciones para ambos que rondan los 15-20 metros.


Figure 1. Perucetus Colossus, la Verdadera historia del Titán Peruano - sybcodex.com
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Referencias

 

Banana - Image (gemini, 2025). La ilustración de este artículo. [Figure 1]. Generada en https://gemini.google.com/

Bianucci, G., Lambert, O., Urbina, M., Merella, M., Collareta, A., Bennion, R., Salas-Gismondi, R., Benites-Palomino, A., Post, K., de Muizon, C., Bosio, G., Di Celma, C., Malinverno, E., Pierantoni, P. P., Villa, I. M., & Amson, E. (2023). A heavyweight early whale pushes the boundaries of vertebrate morphology. Nature, 620(7975), 824–829. https://doi.org/10.1038/s41586-023-06381-1

Federación de Periodistas del Perú. (2023, 5 de agosto). Se descubre en el Perú el fósil de “Perucetus Colossus", probablemente el animal más colosal jamás existido en el planeta. https://fpp.org.pe/se-descubre-en-el-peru-el-fosil-de-perucetus-colossus-probablemente-el-animal-mas-colosal-jamas-existido-en-el-planeta/

Motani, R., & Pyenson, N. D. (2024). Downsizing a heavyweight: factors and methods that revise weight estimates of the giant fossil whale Perucetus colossus. PeerJ, 12, e16978. https://doi.org/10.7717/peerj.16978

Museo de Historia Natural UNMSM. (2023). Descubren restos del animal más pesado que habitó la Tierra. https://museohn.unmsm.edu.pe/img_museo/noticias/2023/Nota%20de%20Prensa_Perucetus_Embargo%20hasta%20el%2002%20agosto.pdf

N+. (2023, 3 de agosto). Perucetus colossus desbanca a ballena azul como el animal más pesado en la tierra. https://www.nmas.com.mx/internacional/perucetus-colossus-desbanca-a-ballena-azul-como-el-animal-mas-pesado-en-la-tierra/

 

Redactor: Sybcodex (Joel Sotelo Bustamante)

Categoría: Paleontología - Libotube

Título del artículo: Perucetus Colossus, la Verdadera historia del Titán Peruano

Número de edición: 1.0

Escrito en el año: 2025

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©Todos los derechos reservados al autor.


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